Pequeño Balance Fin de Año

Otro año más se va, ya entramos en el 2016, que futurista sonaba esa cifra hace unos pocos años.

Con el sonar de las campanadas, y la ilusión del nuevo año, la mayoría de la gente piensa en qué tiene, qué falta, que deseos son los mejores para el próximo año, qué dejar atrás...

Hace poco, conversando con unas amigas y viendo las puertas del nuevo año, nos fijamos en los tres míticos deseos: salud, dinero y amor. Han rodado tanto a lo largo del tiempo, por todas las cabezas... mirando con ahínco qué se tenía y qué no, y enlazando estos tres campos, un poco como condicionantes de la felicidad y de la plenitud.
¿Qué tan importante era esto de lo que hablábamos? ¿Tan imprescindible es? ¿Es más feliz quien tiene las tres cosas y menos quien no tiene ninguna?

Cuando deseamos feliz año, la clave está en el "feliz".

La felicidad está en las pequeñas cosas del día a día. En apreciar los rayos del sol cada mañana; el delicioso café del despertar que activa el nuevo día; el abrazo de la persona querida; las miradas cómplices; las risas con las amigas; la compañía de la familia; el techo donde guarecerse del frío invierno; la curiosidad por descubrir; viajar sin rumbo y perderse; correr aventuras junto a tu gente; hablar por que sí de todo lo que nos apetece; apreciar el silencio de un buen libro; tumbarse a tomar el sol sobre la hierba del campo; hundir los pies en la arena; un baño relajante con velas aromáticas; el viento fresco rozando la piel y revolviendo el pelo; nadar en la playa y escalar una verde montaña; correr hasta alcanzar el tren y subir en él; atreverse a arriesgar; luchar por conseguir lo difícil o lo imposible; un aplauso por las cosas bien hechas; las caricias y los besos; las gracias por todo; el estar ahí y que estén; tener donde arroparse calentita en la noche; la lluvia de estrellas; acostarse con una sonrisa y despertarse con una ilusión.

Y entonces me quedó con todo eso, y veo todo lo que he tenido este año, lo que tengo y lo que está por venir. Y doy las gracias por todo ello, y por todas las personas que me han acompañado y que han luchado por tenerme a su lado y me han arrancado una sonrisa, una buena lágrima o unos momentos para el recuerdo.

Y me olvido de las cosas materiales y efímeras, y de los tópicos. Y disfruto de las pequeñas cosas y de cada momento, que es lo mejor que podemos hacer.



Ninguna persona puede tener todo, todo el tiempo. Las cosas van y vienen, el cómo las tomemos, sean más o menos, y cómo vivamos el día a día, es donde reside la verdadera felicidad. Una sonrisa vale más que un deseo que se reduce a una palabra.

¡FELIZ 2016!


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