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Mostrando entradas de 2020

La luz al final del túnel

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Este año ha sido muy atípico, caótico para la inmensa mayoría, desagradable para muchos, perdido para unos cuantos, de aprendizaje para otros. Son tiempos duros para lidiar con todo, para vivir simplemente. Quizá, en cierto modo nos estemos limitando a sobrevivir. Año de supervivencia para los afortunados. Pero en todo lo malo, por pequeño que sea, siempre hay algo bueno, como en lo bueno algo malo. El ying y el yang. Estoy segura que, si buscas ahora mismo, encontrarás suficientes razones para dibujarte una sonrisa y regalarla, aunque sea con los ojos, como han de ser las verdaderas sonrisas, no con los dientes forzados. Este año ha sido sobre todo de mucho esfuerzo y aprendizajes.  Lecciones de vida que solo se consiguen con los golpes de la experiencia. Cayendo, y levantando más fuerte después, porque puedes. Difíciles periodos de adaptación, contemplar desde la distancia como se desvanecía lo que era nuestro, esperando a recuperar, esperando a tocar con los dedos lo que veíamos a t

Corazones pintados

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Recuerdo un día de instituto, en esa etapa de la vida que roza la primera adolescencia, donde te empiezas a dar cuenta de otros significados de la palabra amor, más allá de la amistad y la familia. Teníamos la costumbre de escribirnos notas en papelitos que nos pasábamos por debajo de las mesas, o intercambiarnos  las agendas y las carpetas para escribirnos mensajes, regalarnos dibujos desfigurados o corazones pintados. Como las “hojas de cambiar” que ya habíamos dejado atrás en la infancia,con sus olores afrutados, florales, de miel y almizcle. El corazón ya se nos balanceaba y se nos erizaba la piel con miradas, nos atrevíamos a hablar del amor, y de las mariposas en la tripa. Hay quienes siguen creyendo en esos sueños de niños que alcanzamos a ver por el retrovisor de la vida. Entonces, al final del día mi carpeta regresó con un mensaje que no olvidaré, un poema de amor triste que tiene tiempo, y que me gustaría reescribir en estas líneas, porque contiene más sentimientos qu

Elefante Encadenado

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Quizá vivimos creyendo que no podemos simplemente porque alguna vez lo probamos y no pudimos. Cuando intentamos algo una y otra vez y fracasamos, desistimos; cuando algo o alguien nos falla repetidas veces, nos rendimos. Grabamos en nuestra mente "No puedo, no puedo y nunca podré", nos creamos y creemos ese mensaje nosotros mismos. ¿Por qué? Puede que estemos viviendo encadenados como un elefante de circo, ciegos por una vivencia pasada que nos hace tener una falsa creencia de la realidad actual. El cuento del elefante encadenado...de Jorge Bucay "Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Si