La luz al final del túnel



Este año ha sido muy atípico, caótico para la inmensa mayoría, desagradable para muchos, perdido para unos cuantos, de aprendizaje para otros.

Son tiempos duros para lidiar con todo, para vivir simplemente. Quizá, en cierto modo nos estemos limitando a sobrevivir. Año de supervivencia para los afortunados.
Pero en todo lo malo, por pequeño que sea, siempre hay algo bueno, como en lo bueno algo malo. El ying y el yang.
Estoy segura que, si buscas ahora mismo, encontrarás suficientes razones para dibujarte una sonrisa y regalarla, aunque sea con los ojos, como han de ser las verdaderas sonrisas, no con los dientes forzados.
Este año ha sido sobre todo de mucho esfuerzo y aprendizajes. 
Lecciones de vida que solo se consiguen con los golpes de la experiencia. Cayendo, y levantando más fuerte después, porque puedes.

Difíciles periodos de adaptación, contemplar desde la distancia como se desvanecía lo que era nuestro, esperando a recuperar, esperando a tocar con los dedos lo que veíamos a través de la pantalla. Esperar. Esperanza.
Hemos perdido tiempo, dinero, personas, salud. Salud física, quizá; salud mental, mucha. Puede que los nervios te hayan llevado a comerte las uñas, los dedos, incluso la mano que te da de comer; ladrando, gritando a la desesperada. Puede que la impotencia te haya robado muchas lágrimas y sueños que has visto caer desde la ventana. Puede que hayas perdido las ganas, incluso la cordura. Apatía.

Pero no, no es momento de rendirse. Esto es una etapa, somos fuertes, eres fuerte. 
La vida es tan solo este momento: el detalle que tienes en frente, tu canción favorita retumbando en los oídos, descansar después de un duro día, paladear un sabor especial, la película que te recuerda a tu infancia, la risa de un ser querido, el consejo de un buen amigo, la lectura que te abre los ojos, la voz de la ilusión, suspirar. Respirar.
Porque el futuro es impredecible. Mañana, cuando abras los ojos al despertar, quizá nada sea igual. Puede que el sitio donde estás leyendo ahora este fragmento no vuelvas a verlo. ¡Qué sabemos!
Todo cambia, todo en algún momento será diferente a hoy, como lo es del ayer. Pero diferente no significa peor, es solo eso. Adaptarse.

Alguien me dijo recientemente que no era capaz de ver la luz al final del túnel. Pero yo le dije que sí, le conté todo esto, le animé a pensar en positivo, insistí en que todo es posible. Pero es complicado mirar cuando no se quiere ver. Depende de uno mismo. 
Entonces, salí a caminar por la ciudad, y me vi inmersa en el paseo de la foto, un largo camino negro, rodeado de oscuridad, silencio y miedo. Pero al final, muy en pequeñito, vislumbré claridad, y corrí hasta ella. Ahí estaba la luz del final del túnel. Había color, había gente, y eran felices.

La luz, a menudo, la enciende uno mismo con sus pensamientos e intenciones.
Busca esa pequeña luz que te de fuerza, que te recuerde que allí, en algún rincón, se esconden las ilusiones que se perdieron en esta travesía y que más tarde o temprano, reaparecerán.
Encuentra esa luz, o mejor aún, sé tu propia luz al final del túnel.


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Barba azul, You"

Reflexiones con Coelho

Elefante Encadenado