Me gusta la gente idiota

Me gusta la gente idiota. La de esencia idiota y payasa.

Y no, no me gustan aquellas personas que te miran por encima del hombro, creyéndose listas y graciosas haciendo idioteces para que los demás se rían; y quizás se rían, sí, pero normalmente de ellos o forzando una sonrisa social. Estos son los idiotas en potencia, y la verdad es que no me gustan mucho, aunque por "suerte" (o desgracia, más bien), algun@ te acabas cruzando todos los días, a veces, incluso quieren formar parte de tu vida, y en tu alarde de positividad e ignorancia, se lo permites.  Pero, al tiempo, te acabas dando cuenta del falso envoltorio, te arrepientes y los dejas marchar, o directamente huyes a zancadas.

Me refiero l@s verdader@s idiotas. Aquellos que reconocen su falta de conocimiento, se ríen por todo y te sacan una sonrisa cuando estás mal y solo tienes ganas de llorar y/o destruir el mundo. Estos son aquellos que, en esos momentos hacen tanto el payaso que sin querer sonríes, te da la risa floja, y te cabreas porque en ese momento habías decidido que querías estar enfadada y te han roto los esquemas, entonces susurras "idiota", con tensión en la mirada, queriendo lanzar ira como cuchillos que cortan las idioteces en el aire, pero en realidad tus ojos revelan un "gracias idiota por ser así".
Y por más que parezcan payas@s o idiotas en potencia, estos, no se avergüenzan. Es más, se divierten sacando punta a esas payasadas y disfrutan viendo reír a los demás porque se ríen desde el corazón arrugando los ojos y expandiendo la boca, no con los dientes, por compromiso, y eso se nota. Y saben, en el fondo, que sus tonterías les hacen diferentes, especiales, con una esencia de miel y limón, que es difícil de encontrar, fácil de saborear e imposible de soltar.


Me gustan la gente idiota.
Aquella que hace gracias sin querer queriendo,
que reconoce sus errores,
que no teme a la vida,
que te roba los miedos para darlos forma de pompas de colores.
Aquellos idiotas que caminan con soltura,
que miran a todo y a todos sin preocupación alguna,
los que ríen hasta en los malos momentos, te roban sonrisas y te las arrancan,
aún a riesgo de recibir una bofetada,
o una mirada matacuchillos que les susurre "gracias, idiota".



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