Quien lo probó, lo sabe
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Las personas no somos de creer porque sí, necesitamos pruebas sentidas en las propias carnes. Nos está entrando continua información por todos los sentidos, hasta por las venas. Escogemos a placer, o al azar, como deshojando margaritas, esta sí y esta no, nos dejamos llevar. Y lo que no podemos ver lo eliminamos. Por eso cuando probamos el amor por primera vez nos puede dejar sabor a nada, porque no lo vemos ni lo creemos, no lo dejamos ser. A veces hay que creer para ver, crear para sentir, para vivir. Pero somos demasiados incrédulos, y vemos con las gafas que queremos, o con las que compramos porque nos las vendieron muy bien, pero pocas veces lo hacemos con las que corresponden. Y lo mismo sucede con escuchar, nos tapamos los oídos, o nos entra por uno y nos sale por otro, y nos quedan restos desordenados que no encajamos. Y nos suelen llegar muchas palabras, con lo cual es complicado. Nos gritan para ahuyentar, nos susurran para atraer, como cebo, como ...